En 2020 todavía nos quedarán 5 años para terminar de pagar la deuda de armamento contraída "ayer " por España. ¿Te apuntas?

domingo, 26 de febrero de 2012

Cambiar el mundo


Después de comer, y después de cerrar los ojos un poquito en esta tarde de domingo, a comenzado en la tele una peli. Una de tantas que comienzan a mediodía y que, muy, muy buena tiene que ser para soportarla a pesar de las innumerables interrupciones para darnos a los telespectadores unos “consejos publicitarios”. A mediodía es peligroso ver una película un domingo porque puede que esté basada en hechos reales y entonces, ya no hay nada que hacer. Deberías dejar de verla inmediatamente en cuanto una voz masculina, seria y potente enuncia el título, pero no puedes. Te quedas enganchado ahí a tirar por la borda una dorada tarde de domingo.

Pero esto es algo de lo que podemos hablar en otra ocasión.

En esta ocasión hablo de una película que no te hace perder el tiempo, sino más bien al contrario. Habría sido mejor verla en el cine, en pantalla grande, palomitas grandes y un sonido espectacular. Pero más vale tarde que nunca.

Después de verla he pensado, una vez más, en la posibilidad de cambiar el mundo.

Cambiar el mundo. Es una expresión tan tremendamente usada y grande, que da un poco de pereza sólo escucharla.

Me he puesto a echar cuentas. La tierra tiene algo más de 510 millones de kilómetros cuadrados. Afortunadamente solo 148 millones de kilómetros son de tierra. El resto es agua y no hago pie casi en ningún sitio, así que me limitaré a conocer solo la tierra.

Yo, que soy ahora joven y buen mozo -que diría mi abuela q.e.p.d.- podría andar diariamente unos 30 kilómetros si me pongo un poquito en forma. Pongamos que tengo quince años -cosa que no es cierta- y que mañana lunes comienzo mi camino por el mundo. Podría recorrer esa distancia diaria y hacerlo hasta los sesenta y cinco. Voy a darme cinco días libres al año. Para contemplar el paisaje, celebrar la Pascua, coger algún resfriado y renovar el carné de identidad.

Como voy a ponerme en marcha mañana por la mañana, con la fresca, creo que el 27 de febrero del año de nuestro señor 2062 habré recorrido, si no hay contratiempos, aproximadamente 540.000 kilómetros (¡ojo! lineales, no cuadrados).

Una vez haya concluido mi paseo por el mundo habré recorrido el 0,36 % de la superficie terrestre. Esto haciendo la loca concesión de que fuera lo mismo un kilómetro cuadrado que uno longitudinal.

Y os adelanto que con tan solo 260 personas con la misma disposición que yo -es decir, dedicar cincuenta años de su vida a andar sin pasar dos veces por el mismo lugar- nos repartiéramos el mundo, conseguiríamos recorrerlo por completo. Teniendo en cuenta que la esperanza de vida media mundial actual es de setenta y ocho años, tendríamos aún unos trece años para que cada uno compartiera lo que ha visto en sus kilómetros recorridos y empezáramos a planificar, desde ahí, cómo cambiar el mundo.

Si ninguno de los 260 exploradores morimos antes de lo previsto, para el año 2075 tendremos listo un informe completo de como está el mundo, para iniciar actuaciones de cambio. Pero vamos a ser optimistas y conceder que hay grandes superficies de terreno que no necesitan cambio, pues son lugares en los que no habita el ser humano y están bien como están. Así que calculo que podríamos adelantar el final de nuestro informe para el año 2071. A partir de ahí deberíamos pensar en nombrar a un equipo de especialistas que, basándose en nuestro informe, comenzara la elaboración de actuaciones concretas para lograr cambiar el mundo.

Haciendo una aproximación creo que este equipo de especialistas necesitaría al menos veinte años para llevar a cabo la planificación completa del proyecto de su parcela concreta (de unos 540.000 km2) Así que para el año 2091 podríamos comenzar a ejecutar los proyectos, que al estar pensados para una extensión de terreno bastante considerable, serían proyectos que requerirán al menos treinta años para su implantación y otros 30 para su consolidación.

Así que con todas estas cifras, el glorioso año de 2151, habremos cambiado el mundo. Eso despreciando la pequeña posibilidad de que entre el año 2012 y el 2151 cambie algo en el mundo, y si no surge por ahí ningún contratiempo.

¿Qué os parece mi plan? No se. Pensadlo. A lo mejor se puede. ¿No?

Ya me contaréis. De momento, para que os sirva de inspiración otra idea, os recomiendo esa película de la que hablo y que hoy me ha hecho pensar en cambiar el mundo...

lunes, 20 de febrero de 2012

¿Para cuándo el siguiente?

Preguntóme un anónimo internauta. Refiriéndose, supongo, a cuándo yo complacería a mi extensa feligresía, con una nueva entrada en este inopinado blog.
 Y aquí está. Ya existe. Ya tenemos. Hoy sale fresca y gratuita, la nueva entrada que alguien (“alguien”, pues se anonimó por voluntad propia) estaba esperando.

Desde aquel fatídico veintiocho de octubre en que publiqué por última vez en este mismo lugar (por eso lo califico de fatídico) ha habido entre las teclas y yo un extraño desencuentro. Así que hasta esta otra orilla -la de este día glorioso, en que vuelvo- me han traído las olas, las mareas de mi vida.

Pensaréis, estimados contertulios, que la desgana, la falta de fuerza de voluntad o la extinción de mis musas, me han impedido acercarme aquí a dejar siquiera unas gotas de mi vida. Pero nada más lejos. Cada día -casi cada día- lamentaba no volver por fin a estas letras que son para mi como Ítaca para Odiseo. (léanlo, es muy bonito)

Y es que en este “ratito” que no he podido dedicar mi tiempo a escribir, ha sido un ratito de grandes, grandes novedades. Y todas esas novedades -todas esas aventuras- han sido las que me han llevado por los mares de un descubrimiento en otro. Esas aventuras son cosas que algunos de los que leen sabrán. Pero como no soy amigo de hacer aquí un “querido diario”, esas cosas me las quedo para la vida de carne y hueso.

Pero ha habido otras cosas, que son de todos. Que en mi país ha habido un cambio de (Des)gobierno. Al día siguiente de que se hiciera realidad, quise contaros algo... que el tiempo ha vaciado de frescura.

También para todos ha muerto en estos meses gente de esa que al volver al polvo nos deja un poco como una sensación de orfandad, rara de sentir. Piensen, piensen en estos últimos meses como ha habido algo de eso. Siempre lo hay.

Y hemos empezado de nuevo un año. Uno que, dicen los que dicen que saben, va a ser tan flaco como el anterior. Económicamente flaco, digo. Pero bueno, y ya para acabar, digo yo que no estará de más quitarnos esas lorzas que nos sobran si alguien (los del sur) que está aún más y más flaco que nosotros los del norte entra un poquito en carnes, que no estaría mal.