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sábado, 3 de noviembre de 2012

Algo que decir

Cuando empecé a andar por este mundo que no existe más que en las placas base de unos ordenadores que no sé dónde estarán, Cuando empecé este blog, lo hice con mucho temor. 

Temor por cada palabra que escribo cada vez que escribo. Temor a hacer daño a alguien con mis palabras y temor a faltar a la verdad. Aunque sobre verdades está el mundo lleno. Temor también a no cuidar la libertad de expresión que debemos compartir. 

Haciendo un paréntesis, visto lo visto, al ponerle apellidos a la libertad (de expresión, en este caso) parece ser que diluye el significado de la primera palabra; Libertad. Y yo crecí aprendiendo que mi libertad acaba donde empieza la del otro. Parece que a la hora de escribir y publicar en general, eso no hace falta tenerlo en cuenta. 

Pues bien. Hablaba yo del temor a fallar en cada palabra que escribo por estos lares. Que el mundo está lleno de personitas que lo querrán leer y he de tener mucho cuidado. 

Y confieso que si, que en este 2020 mio escribo lo que se me pasa por la cabeza o por el corazón, según se tercie y en gran medida puede que no le interese a nadie más que a mi. Que si, que no tengo más objetivo con este lugar que hacerlo por placer y por aprendizaje. 


El caso es que más allá de este objetivo utilitario que acabo de mencionar, lo comencé y lo hago porque creo que tengo algo que decir. En realidad, como cualquier hijo de vecino que se mire un poco las entrañas y le pique el gusanillo. Y yo, que pisaba las teclas de mi ordenador como si fueran tierra sagrada al formar palabras, frases, entradas en este blog, me encuentro con que, sin embargo, la prudencia puede muy bien brillar por su ausencia en cualquier rincón. 

Que igual que al parecer está permitido desbarrar ortográfica y gramaticalmente en toda comunicación que sea tecleada, hemos dado un paso más. Ahora también está permitido cometer todo tipo de faltas de prudencia, juicio y belleza, al hacer un blog, una página o tan sólo un miserable correo. 

No se si he sabido volcar en estas palabras mi tristeza y mi enfado al encontrar cosas así una vez más. Pero para no dejaros también enfurruñados y por no citar esos lugares que he encontrado (por indicación de algún amigo o por un correo en mi buzón) y que me parece que no son ni prudentes, ni respetuosos, ni bellos, si quiero invitaros a otros lugares que me parecen dignos de ser visitados, al menos de vez en cuando. 

Y por último una invitación. Quien sienta que tiene algo que decir, que sepa que no lo puede decir de cualquier manera ni en nombre de cualquiera. Por amor al Arte.

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